Descubrir cuál es el camino profesional que queremos seguir después de emigrar y reniventarnos profesionalmente son algunos de los temas sobre los que nos hablará nuestra invitada de hoy. Ésta colombiana ha pasado de ser periodista a empresaria en un país lejano al suyo y donde se habla un idioma extranjero.
“Hace 30 años nunca me imaginé que ésta sería mi vida”, nos cuenta Marcela, quien emigró hace 23 años con su esposo de Colombia a los Estados Unidos. Siendo una periodista con amplia experiencia, e incluso haber trabajado en un programa con Sofía Vergara, pensó que le sería fácil conseguir un trabajo de su profesión allí ya. Pero no fue así.
“Trabajé como reportera un tiempo…logré llegar a ser jefe de redacción de un programa de Tv Azteca y estando ahí se me presentó la oportunidad de ser Agregada Cultural de la Embajada de Colombia, posición que me permitió empezar a reinventarme y a comprender que no necesitaba ejercer de periodista para ser feliz.”
Deja que te cuente ella misma cómo logró pasar de ser periodista a empresaria y consiguió encontrar algo que la apasiona con lo que puede dejar huella y aportar su granito de arena en el mundo.

Nombre: Marcela Riaño
País de origen: Colombia
País de residencia: Estados Unidos
Ocupación: Empresaria
Salí de Colombia, mi país natal hace mas de 23 años, con los sueños intactos, el ímpetu de la juventud, el amor recién estrenado y la certeza de regresar en cuatro años.
Pero el tiempo fue pasando, el regreso se quedó en el olvido, un proyecto resultó en otro y no sé muy bien cómo, sin plan, pero con maña terminé en Estados Unidos, en la frontera con México, los dos países que nos han abierto las puertas y que han visto a mis hijas crecer. Orgullosa de mis raíces, no me siento ciudadana de segunda, pero debo confesar que en muchas ocasiones sufro por los choques culturales.
Estaba recién casada y mi esposo cursaba en México su residencia en radiología. Así que partimos con cuatro maletas, poco dinero y mucha ilusión.
Los comienzos fueron duros, lo veía poco pues siempre estaba de guardia. Tenía la esperanza de conseguir un trabajo fácilmente pues aunque estaba joven tenía mucha experiencia. En Colombia había logrado dirigir y conducir tres programas de televisión. Uno de ellos un magazín que conducía Sofía Vergara, yo lo dirigía y realizaba la entrevista política. Soy periodista y la televisión fue desde siempre mi pasión. Para muchos mi partida la vieron como una estupidez, como si estuviera tirando mi carrera por la borda. Pero uno a los 25 años todavía cree que se puede comer el mundo y que todo lo puede, no importa cómo ni en dónde. Y bueno, no resultó tan sencillo.
Trabajé como reportera un tiempo, sintiéndome un poco desperdiciada e inadecuada porque no les gustaba mi acento y sufría un poco de discriminación por ser extranjera, sin embargo logré llegar a ser jefe de redacción de un programa de Tv Azteca y estando ahí se me presentó la oportunidad de ser Agregada Cultural de la Embajada de Colombia, posición que me permitió empezar a reinventarme, a comprender que no necesitaba ejercer de periodista para ser feliz, que había otras miles de oportunidades en donde podía servir a la gente y utilizar mis conocimientos y mis ganas de hacer y de crecer.
La verdad es que no soy de las personas que se queda quieta. Me gustan los retos y en la embajada tuve la oportunidad de planear y organizar muchos proyectos y eventos que me dieron muchas satisfacciones, creando amistades y lazos profundos de esos que no se rompen. Allí aprendí que mi mundo no se podía limitar al periodismo, así mi formación y mi familia pensaran lo contrario.
En México nació mi primera hija y el horario de la embajada me permitió estar con ella en los momentos importantes. Asunto que también aprendí a valorar. Pues si hubiera seguido en el periodismo quizá no hubiera tenido el tiempo que he podido dedicarle a mis hijas.
Por el trabajo y las inquietudes de mi marido reemprendimos viaje de nuevo, no una sino varias veces y ya han sido varias las mudanzas, cada vez con más cajas, por supuesto con recuerdos, con despedidas y amistades que se dejan, pero siempre con ilusión. Mi hija mayor hizo la cuenta un día y antes de terminar su bachillerato ya había pasado por 7 escuelas. Primero fue Miami, en donde nació mi segunda hija, regresamos a México un tiempo, luego Milwaukee y desde hace 11 años vivimos en El Paso, Texas, lugar que mis hijas consideran su hogar. Yo no lo tengo tan claro, pero la verdad es que ya disfruto del paisaje desértico, del clima agreste y sobretodo del ambiente latino. Es como vivir en México, organizado por los gringos, me dijo una amiga y no se equivocaba.
Por cada lugar en donde he pasado me he tenido que reinventar. Mi marido ha sido siempre responsable, trabajador y dedicado, buscando siempre lo mejor para su familia. Yo a su lado, pero contando con su apoyo, he trabajado en agencias de prensa y de marketing. Aprendí mucho sobre la idiosincrasia de los latinos en Estados Unidos y me convertí en una buena traductora, jugando con las palabras, ejercitando el ejercicio de escribir que siempre he disfrutado, pero me da timidez aceptar.
Desde hace 7 años me aventé al mundo empresarial. Decidí comprar una franquicia, por aquello de que mejor emprender algo ya probado. Hice la tarea con juicio y encontré algo que me apasiona, como es el arte y la educación, sí, enseñamos a dibujar a niños de primaria con un programa extracurricular que se llama Young Rembrandts, que hoy en día en El Paso está en más de 70 escuelas y cuenta con alrededor de 1000 alumnos a la semana. Como quien dice, me mantengo ocupada y lo que más me gusta es el poder servir a la gente. Poder hacer algo que deje huella y que contribuye con un granito de arena a una mejor educación de nuestros niños.
Hace 30 años quizá nunca hubiera imaginado que ésta iba a ser mi vida. Mis hijas, una en plena adolescencia y la otra una joven universitaria, se hablan y pelean en inglés, pero son bilingües y biculturales. Siempre les he inculcado el amor por Colombia y la importancia de valorar sus raíces. Sus abuelas, tíos y primos aún viven en Colombia y los visitamos una vez al año. Estando lejos los amigos se convierten en la familia, pero no hay nada como la familia y uno nunca deja de añorar la arepa o el ajiaco.
¿Regresaría? Yo creo que sí, yo no tendría problema en adaptarme, pero la verdad es que para mis hijas sería muy difícil. Lo más seguro es que aquí se casen y formen una familia. Tendré nietos gringos que espero no se burlen del acento de la abuela y ojalá que sus mamás les enseñen español. Tendré que seguir viviendo en medio de despedidas y lágrimas de partida y nunca se me dejará de arrugar el corazón cuando diviso el verde de la sabana desde la ventana del avión al volver.
Cuéntanos tu historia de emigración y ayúdame a INSPIRAR a otras MUJERES que han emigrado como TÚ.
DESCARGA GRATIS
20 IDEAS
para trabajar online
desde cualquier parte del mundo
(y además mi MasterClass para lograr cualquier meta que te propongas)
LECTURA RECOMENDADA