¿Cuántas veces se te ha pasado por la cabeza volver a tu país de origen después de haberte ido a vivir un tiempo al extranjero?
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Cecilia, nuestra invitada de hoy, no solo lo pensó sino que también lo llevó a cabo. Después de tener una vida “arreglada” en Hamburgo, como nos cuenta en su relato, decidió volver a Argentina después de estar un tiempo viviendo en Alemania.
¿Quieres saber cómo continuó la historia?

Nombre: Maria Cecilia Di Rienzo
Pais de origen: Argentina
Pais de residencia: Alemania
Tiempo de reisidencia en el ex
Me llamo Maria Cecilia, tengo 38 años, casada, soy madre de dos hijas (4 y 2) y actualmente ama de casa. Llegué a Hamburgo en el 2007 y durante este período viví también un año y medio en Singapur y otro en Australia.
Conocí al que hoy es mi marido en Rosario, mi ciudad natal. Luego de más de dos años de relación, él tenía que regresar a Alemania y yo, un poco impulsivamente y sin dimensionar lo que eso podía significar, decidí venir con él.
En Hamburgo tenía una buena vida, había podido integrarme bien, hablaba el idioma y hasta tenía amigos alemanes, cosa que al principio creí imposible. Había tenido varios trabajos, que si bien no me hacían sentir realizada ni estaban relacionados a mi carrera, me habían servido para mejorar el idioma y tener mi dinero.
Cuando nació mi segunda hija, nos planteamos con mi marido hacer uso de su licencia de paternidad (Elternzeit) para viajar por Europa y surgió también la idea de aprovechar ese tiempo, junto al hecho de que él estaba buscando un cambio laboral y de que las nenas no iban todavía a la escuela, para probar a instalarnos en Argentina.
Como los dos ya habíamos vivido ahí, siempre estaba la fantasía de volver y además la situación en ese momento nos permitía pegar el salto sin mayores riesgos, ya que mi marido tenía asegurado su puesto de trabajo aca por un año. Además nos gustaba la idea de poder criar a nuestras hijas cerca de mi familia y contando con su apoyo. No obstante, dejamos subalquilado el departamento de Hamburgo y pusimos a mis hijas en lista de espera para el Jardín para el año siguiente. No queríamos pegar un salto al vacío conociendo la situación de ese momento en Argentina.
La vida en Rosario fue muy diferente a lo que imaginamos.
“Si bien sabíamos que no iba a ser fácil, subestimamos algunas cuestiones, quizás movidos por el entusiasmo de que todo vaya bien"
Después de varios meses de buscar y no conseguir trabajo, llegamos a la conclusión de que para vivir rentando un departamento, sin auto ni grandes lujos debíamos trabajar los dos full time, nuestras hijas tendrían que pasar muchas horas en el jardín y al cuidado de otras personas y sin contar los problemas de seguridad e inestabilidad económica que ya conocíamos.
Con respecto a mi familia, yo tenía en mente que iban a poder ayudarme más con mis hijas pero la realidad demostró que, a pesar de las ganas y los esfuerzos, mis padres, que ya son mayores, no podían hacerse cargo de mis hijas (mientras yo estuviera trabajando) y de mi sobrino, tal como lo habíamos planeado.
A pesar de todo, rescato como positivo el hecho de que mis hijas pudieran compartir tiempo con mi familia y que la mayor haya empezado a hablar español estando allá. Además pudieron adaptarse bien y hasta asistieron 6 meses a un jardín.
Durante el tiempo que estuve allá extrañé el pragmatismo y la organización alemana que se traducen en el respeto hacia el otro y en no hacerle perder su tiempo, el hecho de moverme libremente sin sentir miedo de que pueda ocurrirme algo y la libertad con la que se manejan los niños acá. Me di cuenta que la vida en Argentina estaba más enfocada en consumir, a pesar de que la mayoría no tiene una situación económica buena. Valoré mucho el respeto por el medio ambiente que se pregona en Alemania y la riqueza y amplitud mental que les da a mis hijas el hecho de vivir en una ciudad multicultural como Hamburgo.
Soy conciente de que los alemanes no son cálidos como los latinos pero creo que es algo que a veces sobrevaluamos y que de poco sirve cuando casi todo lo demás cuesta tanto o no funciona bien.
El regreso fue doloroso obviamente porque me separaba de nuevo de mi familia pero por otro lado me hacía feliz volver a mi “segunda casa”, a mi departamento, a mi barrio. Mis hijas se readaptaron nuevamente y volvieron a su anterior rutina. Mi marido aprovechó los últimos tiempos en Rosario para solicitarse a nuevos trabajos, ya que necesitaba un cambio y consiguió uno al poco tiempo de volver.
“Creo que cuando uno está lejos, idealiza el lugar que dejó, guarda recuerdos en su corazon y añora volver a algo que, cuando efectivamente regresa, ya no está”
Todo cambia allá y nosotros también lo hacemos durante el tiempo que estamos lejos. Sin embargo, creo que quien tenga ganas de volver a su lugar natal, debería hacer la prueba por varias razones:
– cada experiencia es personal y distinta
– no es bueno quedarse con la frustración por no haberlo intentado
– sirve para conocernos más, ver cómo hemos cambiado y para reconocer lo bueno que tenemos en este momento
Pero sí es bueno tener en cuenta dos cosas IMPORTANTES, en mi opinión:
- Pensar la vuelta como la llegada a un lugar nuevo y mantenerse abierto sin esperar la vida que uno tenía anteriormente
- NO pegar un salto al vacío y dejar un resguardo y la puerta abierta para poder volver al lugar de residencia si las cosas no funcionan
Cuéntanos debajo en los comentarios:
¿Has pensado alguna vez en regresar a tu país?
¿O quizá ya lo has hecho y quieres compartir cómo ha sido tu experiencia personal con nosotras?
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